El amor y el aprecio como base de la motivación

Muchos son los artículos, blogs e incluso libros que podemos encontrar y leer sobre la motivación, hay tantas recetas sobre la motivación como características de ella, y es que cada persona es un mundo, así pues lo que sirve para una persona no es válido para otra, cada uno tiene sus “motiv-os” para la “acción”.

Creo que la motivación, la productividad, la predisposición, la proactividad provine de un estado emocional, ese estado emocional es generado en cada uno de nosotros por el aprecio.

¿Te sientes apreciado por las personas con quien trabajas o convives? Si es así, entonces probablemente te gustara ir a trabajar cada día, y estarás implicado en él y con tus compañeros. Sin embargo si no te sientes apreciado, en ese caso puede que tu trabajo sea solamente una forma de lograr que siempre haya comida en la mesa.

Todos nosotros esperamos que nos paguen por el trabajo que hacemos. Todos queremos ganar más, el empleado, el jefe, el directivo, el CEO y como no el empresario. Pero el principal motivo de satisfacción laboral no es la remuneración, sino el hecho que la persona se sienta (o no) apreciada y valorada por el trabajo que hace.

De acuerdo con investigaciones realizadas por el Departamento de Trabajo, el 64% de los empleados que renuncia a su empleo lo hace porque no se siente apreciado. Esto se aplica a empleados de cualquier jerarquía, desde los directivos hasta la persona de la limpieza. El ser humano necesita ser apreciado, y cuando esa necesidad se encuentra insatisfecha, disminuye la satisfacción tanto laboral como personal.

Cuando los integrantes de un grupo se dan muestras generosas de aprecio, el conjunto se fortalece y crecen sustancialmente las posibilidades de formar un equipo ganador. El aprecio tiene la virtud de sacar a relucir las mejores cualidades de una persona. Motiva a todos a hacer más, a esforzarse más, a contribuir más, a sentirse capaces de más y más satisfechos con la función que desempeñan. Si todos los componentes de un grupo se estiman entre sí, se respetan, la productividad y el optimismo se multiplican.

Por lo tanto, te conviene preocuparte de expresar agradecimiento y aprecio a las personas con las que trabajas. Te sentirás más feliz, pues son manifestaciones de amor; y de un modo u otro el amor siempre tiende a ser correspondido. También serán más felices los destinatarios de esas muestras de aprecio, pues sentirán que la vida les sonríe. Además, cuando todos se valoran unos a otros, el ambiente se torna más positivo y agradable, todos trabajan mejor y se hacen mayores progresos.

Pensar bien unos de otros es positivo, es un buen punto de partida; pero si no expresamos esos pensamientos, si no nos molestamos en verbalizarlos, a los demás no les sirven de nada. No podemos esperar que nuestros compañeros de trabajo nos lean los pensamientos. Es preciso traducirlos en palabras y actos.

Pero cuidado, la realidad es que lo que hace que una persona se sienta apreciada no hace que la otra lo sienta, incluso en las empresas donde se considera importante el reconocimiento, los esfuerzos por expresar aprecio suelen ser ineficaces. El aprecio tiene su propio lenguaje, junto con una fundamental comunicación eficaz.

Cada uno de nosotros quiere saber que lo que hace tiene importancia, pero con dar o recibir solo un “gracias”, no funciona, el lenguaje de la motivación va más allá.

 

  


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